Seres creadores

Ellos suelen entrar a las cavernas universales donde el cielo forma parte del suelo, del sótano terrenal,  ¿Saben dónde es? ¿Cómo explicarles? En ellas se abre una sensación ondulante que atrapa los ojos entre sus células, bebe poco a poco el aliento pero el aliento no acaba y no muere. No se sabe si ahí hay vida o si estar ahí se le puede llamar vida nocturna, ultraterrena o imaginaria, pero se sabe que se viven fiestas febriles de la sensación ¿De qué sensaciones hablo? ¿De los sueños? No, de las ensoñaciones y los sonidos. Los sonidos son las vías. Los caminos no siempre son suaves como la flauta que se eleva,  el camino es también pedregoso, hay horror, melancolía y duelos, sin embargo el camino continúa, no acaba. Hay soledad, ahí se  baja solo, nadie cabe a un lado de nadie, es pequeño, tan estrecho como el camino de la vida. Nadie impide el paso ni el descanso largo, se suele bajar tanto como se puede y concederse a sí mismo la estrecha victoria del esplendor indescriptible del sonido junto al corazón en un mundo ajeno y deseado. Según el momento, se llega a sentir que el cuerpo se desintegra para formar parte del universo, - no de las estrellas - de la melodía del movimiento en un silencio absoluto. Otras veces, solo se siente una puerta, un umbral que no se puede cruzar pues el cuerpo no resiste el trance ni la transformación, aunque el intento implica un placer en sí mismo.  Puede haber un momento cruel, aquél en el que no hay fuerza para iniciar el viaje pues a veces el mundo artificial atrapa la inconsciencia que no encuentra su rumbo. ¡Oh la inconsciencia! es maravillosa cuando se eleva, cuando se deja volar en su figura amorfa. Si se busca con la razón las redes inconscientes, tienen siempre una causa perturbadora, pero eso aquí no importa, no es consciencia del inconsciente lo que se encuentra, sino la creación que impulsa en su estado oculto.

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