Ella

Conozco el horizonte de tu noche, tu verticalidad constante, insistente; el lagrimeo que moja tus ideas, que moldea las imágenes de alguna creación. Conozco tu mirada instantánea y dulce, tus ojos altivos, tu ceja fruncida que retiene entre sus líneas una idea nueva que se intenta marchar. Conozco tu soledad sin mí y aquella que viví contigo en un juego desgarradoramente dulce. Conozco los enojos y las rencillas contigo misma, inagotables, motivadoras. Conozco tu insoportable viaje, salitre  de mi soledad.

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