Pulsión de muerte

Roban en todos lados y en todos lados acribillan algo, 
un cuerpo y hasta un alma que no distingue lo bueno de lo malo. 
Desde siempre roban un deseo interno muy profundo, 
la limpidez de uno mismo. 
Cercenan poco a poco el lúdico deseo de aprender, 
y de tajo, mucho de aquí y un poco de aquello. 
(La escisión que me trajo a éste mundo fue el principio de una herida interminable
que se abre y no se agota)
Somos portadores de un virus que trasporta de leche en leche, 
de mano en mano, desde el gesto gentil hasta el gesto bestial de un amor despojado 
(pobre hijo que no le supieron amar).

¿Si pudiéramos florecer y llegar al gran verdor en un ciclo natural? 


Somos una clase de imaginación y fuerza, 
una especie de creación que es mitad naturaleza y mitad una invención. 
Un conjuro amoldado a una noble materia 
y de conjuro en conjuro llega uno que se clava y otro que se enreda, 
sea mentira o sea verdad, sea floral o sea maleza.
Somos menos que libertad, ni completa planta ni completo animal, 
y engendramos desde vida hasta amor 
y matamos desde humanos hasta inocencia.

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