Adiós mujer papalote
Ahora una sonrisa te delata, supongo
que el abismo que recibió a tu hijo cuando se tiro desde la orilla de una silla
no te resultó tan mal. Sonríes porque seguramente comprendes lo seductora que
puede ser la muerte. Te ríes de ti misma también, de todo la culpa que
guardaste innecesariamente en el pulmón hasta calcinarlo con un cáncer.
Él se lanzo al abismo y tu te convertiste en papalote, también por eso sonreías, te enteraste que el subsuelo y el cielo son lo mismo.
¿Por qué morirse habiendo tantos remedios para el alma?
Ya no importan las explicaciones, la decisión está tomada. En este momento solo somos dos mujeres separadas por la muerte o por la vida, pero mujeres al fin, haciendo lo que podemos desde la caja o desde la silla en la que te canto “papalote vuela más alto, la luna te quiere conocer”.
Él se lanzo al abismo y tu te convertiste en papalote, también por eso sonreías, te enteraste que el subsuelo y el cielo son lo mismo.
¿Por qué morirse habiendo tantos remedios para el alma?
Ya no importan las explicaciones, la decisión está tomada. En este momento solo somos dos mujeres separadas por la muerte o por la vida, pero mujeres al fin, haciendo lo que podemos desde la caja o desde la silla en la que te canto “papalote vuela más alto, la luna te quiere conocer”.
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