Sin compás de tiempo

Nada hay que no cueste humedad, nada hay que no moje, aún sin compás de tiempo.

Al compás del tiempo se enreda el luto, crece la muerte, la despedida.
Al compás del tiempo se acaba todo, se vuelve lodo, todo se olvida.
Al compás del tiempo pesa el camino, cuesta virar, cuesta la cuesta arriba, abajo, al lado del horizonte; se espera poco, pesa el cansancio, pesa la vida.

Sin compás de tiempo se abre el desierto, se abre el destino.
Sin compás de tiempo todo comienza donde se encuentra.
Sin medida de tiempo, sin línea de tiempo, la vida se extiende enérgicamente y gotea en la boca el agua que no termina, el agua que sin medida se imagina, se crea, se vive.
Sin compás de tiempo no existe la espera, la angustia,  la dureza que con las penas marca pieles.
Sin compás de tiempo, el instante se extiende eterno, la imagen se crea atemporal, artesanal, ancestral, nunca ausente, no mentira, todo al momento, al momento.
Sin compás de tiempo, sin angustia, sin fin , sin miedo, sin temor por medida, nada concluye, y comienza donde es posible comenzar.

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