Rumbo a otra estación.

Parece que me despido de la sombra que he sido, apenas he podido cargarla creyendo que soy fuerte. El soplo de luz se ve y desaparece como si no le necesitara. Juega y se esconde tan lejos, tan ausente.
Apenas se que no soy sombra, apenas recuerdo cuando la luz fogueó suavemente al alma, al tiempo que consumía las penas desmemoriadas, atolondradas en un espacio de sutil melodía.
Conservo en la piel el mismo color que tatuó el calor, con un poco de sangre fría, fría como agua sola, fría como agua inmóvil, fría sin luz.
Conservo un poco el color de otoño que pudiese parecer despedida primaveral y que se puede sentir también como la onírica temporada de una espera y posible llegada del rosal.

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