Medina

Los jardines amarillos se mostraron renuentes a desaparecer de la memoria;
esos que al costado del camino me llevaron más lejos de donde pude ir.
La oleada espiritual superó la corpórea onda amarilla de jardín,
su perfume tenue, tomó de las ansias de vivir un mundo imaginado, casi inexistente,
el mismo que en el presente es pasado que no deja de existir.
Abrazada por los jardines del costado,
el camino fue tan corto, que eternizado en la memoria, es un presente inmensamente largo.
Cómo olvidar el olor de unas flores amarillas:
la huida de los infantes, que en el cansancio de andar se sueltan a soñar más y más flores en amarillos olores.
Cómo olvidar mis flores amarillas de Medina respirando en el lago de tu boca
otro sueño de jardín.

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