A media luz

Yo no sé qué se dice cuando uno tiene claridad de sol, de luna, de nube. No sé qué decir cuando parece que la luz tenue y ligera nos libera de un oscuro sentir. No sé de qué sombra parto ahora: si a mitad, a medias o al final del camino. No sé en qué parte del camino voy, si los pasos llegan, avanzan o se van. No sé si voy lejos, o si nunca me he movido de aquel inquieto sentir que alucinaba en sueños, en reflejos y visiones la pregunta de quién eres, o no eres, si ausente o presente estas.
En esta parte donde paro ahora a gritar lluvia, viento, verdad, sostengo movimientos rápidos de realidad y mentira. Entre el dibujo, desdibujo, reburujado, vengo y digo: amor, no amor, te amo. Vengo a encontrarte, a no verte o a ignorarte; a saber quién eres, quién quieres ser o quién está; a buscar camino, a decir: amor, volador de montañas; a verte abierto de alas, hambriento de cielo, virando a fuerza de soñar, soñando a fuerza de vivir, viviendo abierto al amar. Y te busco, te busco para verte desnudo y encontrarte por si estas.
No quiero cortar pellejo, tripas, carne; hacer vestido de piel, cambiar cabello. No quiero negarte, no quiero dejar de ser, no quiero negarme,
¿Quién eres? ¿Quién quieres ser? ¿Quién está?
Entre estas preguntas distantes, que cortan mentira con verdad, el cuerpo volador escapado de mi boca no sabe hoy quién le hará cobijo, abrirá sus sueños, calmará sus ansias en la noche, en el día, en su invierno.
En la lúgubre estación de movimientos violentos de verdad y mentira, me gustaría encontrarte cierto, muy cierto, sin importar quién eres, quién quieres ser, sino quién está, y no te encuentro.

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