Anicca






¿En dónde están?, búscalas, ahí, allá, se escapa, déjalas escapar, se remueven, se retuercen, estiran sus tentáculos dejando un rastro de ansiedad entre las piernas, ¿quiénes son?, ¿de dónde vienen?, ¿a dónde van? son antiguas, casi olvidadas pero siempre presente en el rostro, en la piel, el riñón las escucha, el hígado las acidifica sin desintegrar nada, vienen de siempre, de la avidez y aversión, y se reproducen ante cada reacción, cuando las llamas se quedan aunque no parezca que algo nos acompañe, cuando las rechazas se quedan para recordar que las odias. Son el alimento de las desdichas si te aferras a ellas porque ellas siempre, siempre son efímeras. Tienen el lenguaje de saltar, de estallar, de vibrar, clavan sus colmillos en la sangre, seducen con caricias eléctricas en los talones, acarician con besos en el cuello,  aguijonan con calor los muslos, y se revuelcan en el vientre, son sutiles como burdas, son cambiantes y juguetonas, se quedan sólo si las deseas o las odias, son ellas, las de siempre, son las sensaciones que vienen a decir algo que la vida nos susurra diariamente: la natural ley de impermanencia, que todo surge y desaparece.

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