Loco

Quién comprende al loco que gravita sobre un universo perdido para el mundo
si su extensión infinita se acumula en un periodo fecundo sin duración.
Ese loco viaja solitario en el lápiz que empuja al hoyo negro,
como quien lanza los sueños al vacío sin saber ningún sueño perdido.
Ese loco no se sabe loco pues es tan diaria su locura que no tiene dudas de sí mismo.
Es un loco apasionado del sonido,
es un loco preocupado por otros locos
que han parido con su muerte una  lucha justiciera.
Este loco se sabe parte del mundo,
y entre sus notas musicales anhela un lugar dignificado que el humano mexicano ha olvidado.
Trae sobre sus manos las teclas marcadas de un antiguo piano.
Toca cada noche  un arrullo a la luna sin alejarse del entorno ensangrentado que le aqueja,
que le duele, que le hunde.
Es un loco revelado en los delirios que le encienden las pupilas,
delirios de tiempo, de espíritu, de dios sin vida, de él sin dios.
Es un loco lastimado en la amplitud nocturnal de su corazón frágil,
pues nadie ha comprendido que en el arte se busca ser un loco solitario pero compartido.

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