Avío de luz.

Quiero ser una diosa, una de esas diosas escondidas que no tiene feligreses,
de esas transparentes que pasan desapercibidas entre los arroyuelos y las cascadas.
Una diosa sonriente sin ningún creyente atado en las piernas,
para así poder sentarme piernas arriba a observar el sol,
o saltar de ola en ola, de orilla a orilla todo el mar.
Una diosa poderosa sólo sobre sí misma, sin otra jurisdicción.
Una diosa loca desfigurada, multiforme,
moldeada por el viento y las hojas que llueven de los árboles en cada otoño;
una diosa con pupilas gigantes,
escrupulosas en el retrato a detalle de la vida grande del cantar marino,
y la vida minúscula de los granos del desierto.
Una diosa sola, que no sepa nada del saber humano,
que no sepa nada del rencor ajeno.
Pero ¿una diosa no omnisciente es una diosa?
No, me estoy mintiendo, quiero ser un ser transparente y ligero: avío de luz.

Comentarios

Entradas populares