Invierno

El invierno cristalino creció por debajo de la tierra, enraizó el frío húmedo, bien guardado. Crece despacio en una dirección vertical, entra por debajo de las piernas y va paralizando poco a poco los dedos, los muslos, el vientre, los senos. Si me detengo, el invierno acomoda los tentáculos en mi cuerpo, sabe atrapar al espíritu en un recipiente frío. El invierno es una raíz abrazadora que inmoviliza, es capaz de detener el cuerpo en una estación, de sentarnos en la banca de espera  para ver pasar las primaveras siguientes. El invierno puede estrangular la ilusión del  verano  hasta apagar el corazón cálido. Pero el invierno también nos alerta, detrás de la literal expresión de frío paralizante hay un mensaje de búsqueda incesante: “encontrarás la primavera que viene a tu encuentro si no paras de correr”.

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