19 de junio, Luna nueva.
Creí
que llegarías en luna nueva, como llegan los augurios mágicos que nos da el
universo.
El
universo, único misterio en el que creo, misterio multiforme, lleno de figuras sin género, movilizadas en el caos.
Pensé
que llegarías con luna nueva, en la siembra de los principios, cuando
principian los sueños de las cosechas.
Creí
que encontrarías en el caos la única armonía posible, el único viaje a la
existencia extensa, multiplicada y dividida. En el caos se enraíza el
entendimiento de un mundo dinamizado, lleno de vías aéreas entrelazadas:
caminos multidireccionales hacía la sabiduría plena.
La
sabiduría plena no tiene orden. Nadie organizó el conocimiento infinito. El
conocimiento no ordena, no impone la vida negra o blanca, ni buena o mala.
La sabiduría plena pregunta desde la negrura de la
duda, y cualquier respuesta es una luz intermitente.
La
sabiduría plena se expande, no hay sabiduría si se queda acumulada en un
pedacito de tierra o de agua. La sabiduría plena se apaga, sabe guardar
oscuridad, como quien guarda silencio en el momento preciso.
La
sabiduría alcanza la perfección al no saber, al nacer interminablemente
como nace la luna en la que creía que llegabas.
Creí
que llegarías en luna nueva.
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