Serenidad

Ser en el nido la pequeña gaviota, que sin prisa se alimenta para volar,
espera acrecentar hasta el  momento de cortar el viento.
No hay impulso más suave que la dicha de saberse volador un día,
colgado de las sabanas del aire,
sondeando  melodías que la quietud promete en su inmensa fantasía.

Llena de colores y aromas logra conquistar sus alas.

¿Quién va a creer el sueño ajeno?
¿Quién va a volar tan lejos como se encuentra?

Nadie se sabe volador hasta que vuela,
nadie se sabe soñador hasta que encuentra, culminado en aleteos,
un espacio abierto del corazón.

Comentarios

Entradas populares