Un problema con la propiedad


Entre el hacer y no hacer hay otros espacios del hacer que no son tangibles.
Hacer 1.
Sopla silencio sobre mis oídos, y así ve soplando hasta dejar invisible las manchas

ruidos del atardecer. Dame más silencio pero no te vayas lejos, tu voz desteje las remembranzas incrustadas en el alma vieja.

Hacer 2.
Yo sabia acomodar todo lo que era mío, lo que me había ganado con domingos depresivos, previos al día de trabajo, depresivos pero míos. Sabía dibujar sobre la pared mis propios derechos, el derecho de dualidad: de traer flores y guitarras en el pelo, y raíces de sangre en el cráneo. La propiedad es algo más allá que la tenencia de un objeto comprado con un dinero de un trabajo hecho. Ahora hablo de otra sensación que no tiene término, ahora no se como llamarle a esta sensación de no habitar ningún lugar cercano al alma. 

Adorné la casa con lo que me quedaba para ver si así me sentía más cerca de mí misma. Sigo observando los cuadros borrosos colgados en la pared ya sin decirme nada por más colores que tengan.

Hecho 3.
Aun siento miedo de llegar aquí, a la tarde soleada que se va desvaneciendo en el túnel profundo del espacio. Allá lejos una tarde aparece, soleada y ruidosa prometiendo un silencio animalizado, una pluma escribiendo sola, una pulsión aguada goteando de los ojos. No puedo hablar de esa tarde, no puedo irme por el túnel oscuro a mirar del otro lado. Falta un engrane para sostener la vida en la que viajo, no he podido encontrarlo en  la habitación oscura.


Hecho 4.

Las incoherencias que escribo me acercan, sí me acercan a esos términos que le dan voz a la angustia de no sentirme propietaria de nada. Si me tiro a tus brazos me mato, estoy hecha de agua, ahora soy una propiedad pública del desamparo.
Otra vez el desamparo. Escupo y escupo y no se acaba.
Si fuera mía la chía, me la comería toda. Si fueran míos las uvas secas fermentaría un vino entre mis venas y haría locuras sin engaños y sin dejarte de amar. Las pinzas de la ropa... ya no sé si me pertenecen,  o la sillas azules que tanto me han gustado, ya no se si las doné a nuestra vida o las di en pago. Aquél día que pensaba irme lo iba a dejar todo, solo me llevaría lo que no te pertenece, un comienzo, mis recuerdos, la guitarra, un cuaderno y una pluma .

Hecho 5

Ya me acerco, ya casi, contando las penas heridas me acerco a la fuente. Hay un cuarto arrumbado lleno de canciones inconclusas y  remedos de poesía. Se acumula el polvo, ya ni esa habitación la siento mía, se la estoy vendiendo al abandono, pido a cambio ironía que me diga: "mira mujercita soñadora, te ahogas en un vaso de polvo, te ensucias y te lastimas".

Hecho 6

Escribo directamente a este espacio virtual, a ti, a tu virtual presencia, para que no me veas de cerca. Como no puedo hablar ...y si hablara con la garganta se me cerrarían los dedos. Los dedos, bajan y bajan a la noria. Acarrean agua para tiraran sobre mi rostro por si acaso el agua nacida de una tierra fértil me fertiliza.

Hecho 7

Regreso, estoy aferrada a un recuerdo: sonrío aparentemente sola, pero es una sonrisa de complicidad con el silencio, ambos sabemos que vamos a procrear, que voy a persuadirlo para que venga inventarse sonidos conmigo, y luego parimos juntos, yo como mujer, el como hombre, yo como todo y el como el principio de todo.
Me sostengo de donde puedo, de un recuerdo que me recuerde que fui yo quien traje ese evento a la vida, que yo parí canciones y momentos felices, que esa es la única propiedad que nadie me quita, que no se desgasta.

Hecho Final

Son siete las caídas de un mito de gato. Cómo te cuento que no ganarme el techo, el suelo volátil, incluso el ruido de las 5 de la mañana me hace sentir un vacío, como si no tuviera ningún derecho a satisfacer mis carencias, a construir la estación para el  trasmundo. 

Quiero llegar al trasmundo, enloquecerme con la droga  vacilante de la imaginación. La imaginación es una realidad detrás de los escombros, es un micro mundo difuminado para pasar inadvertido, para que solo los que realmente quieran puedan habitarlo.

Otro hecho final, más final que anterior.
Tengo un problema con la propiedad, se han apropiado de todo, ahora el sol tiene dueño en España, regularizaron la energía solar y quién no pague pagará cara la falta, como si no supieran que el sol es dador gratuito de todo. Pero la falta de propiedad me hace invisible. ¿Qué es? ¿Acaso me pusieron precio y yo a su vez le puse precio al cuerpo, a la solidaridad, a la vida, a la imaginación? ¿Si no tengo un departamento amueblado con los frutos de mi voz, acaso no es digno mi canto? ¿Acaso ahora todo emerge del monto económico? ¿Acaso la libertad se cuenta en monedas? ¿Acaso con una moneda abro el candado?
Si yo sembrara la tierra te daría zanahorias y papas, pan y frutos, tu me darías el fruto de otro trabajo.
El destierro del intercambio sin precio. 

Doy frutos, necesito reconocerlo, son frutos intangibles: la búsqueda es un fruto, el amor lo es, la equivocación también, es también un fruto una canción, porque si no lo es, entonces ¿por qué vivo?

Un problema con la propiedad, con la idea enquistada de creer que todo se puede comprar.

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