Tormenta en el cerro


 
Subí al cerro del Punhuato,
al lado del hombre que amo.
Nos encontramos la tormenta eléctrica.
La omnipotencia de la naturaleza nos sacudió,
nos tumbó al suelo,
nos arrastró entre lodo y piedras.
Temí verlo morir.
El me calmaba con todo el amor que guarda bajo el silencio.
Me estrujó la voz del rayo,
y ante su voz no tuve palabras ni cantos.
Nos detuvimos a resguardarnos
bajo la lluvia.
Era más peligroso un árbol que el odio humano.
Nos abrazamos sin límites de piel.
Podía perderlo todo menos a él ahí.
La vida, el concierto siguiente, la música, los frijoles con tortilla de maíz…
Papá me espera de todos modos.
Hay  una la línea entre la vida y la muerte
donde nos enteramos de nuestra pequeñez.
Nuestra voluntad es invisible ante el poderío de un trueno.
Cuando la voz de un rayo nos sacude
de nada sirve resistirse a morir si es el día.
Ese día no fue.
Estamos de vuelta.

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